El 2025 traerá para el Ecuador el inicio de un nuevo período presidencial. El que gane tomará las riendas de un país con una fuerte presión económica.
A puertas de arrancar un nuevo año, los desafíos son enormes. Será duro, incluso, alcanzar las tasas de crecimiento pronosticadas por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI, que prevé un 1,2% de mejora del Producto Interno Bruto (PIB) de Ecuador, o de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que cree que podría llegar a 1,6%.
Entre los retos que le esperan al país, el principal se desenvuelve en el ámbito político.
Según sondeos, el actual Mandatario, Daniel Noboa, y la candidata lor la Revolución Ciudadana, Luisa González, mantienen un empate técnico. El primero representa una tendencia, en papeles, más afín al sector privado; mientras la segunda lleva bajo el brazo una fórmula más apegada al rol protagónico del sector público. En la mitad esta un país que enfría sus planes y proyectos mientras se decide.
Pero, independientemente de quién ocupe el cargo, hay tareas pendientes y urgentes a resolver. La más visible y fresca: la solución a la crisis energética.
El aparato productivo resultó golpeado por los racionamientos. Sin contar con los meses de mayor crisis, las ventas locales habían caído, en agosto, 1,65% frente a igual mes del 2023, según el reporte del Servicio de Rentas Internas (SRI). El actual Gobierno ha señalado que diciembre será fin de año y fin de apagones. Solo el tiempo lo dirá.
Otro reto importante que se prevé es el petrolero. El cese paulatino de operaciones del Bloque 43-ITT podría llevar a una reducción de las exportaciones de crudo.
No obstante, se prevén medidas de compensación, a mediano plazo, como la incorporación de nuevos activos petroleros a través de contratos de participación por medio de empresas privadas, así como nuevas inversiones que permitan un incremento en la producción en varios campos que, actualmente, se encuentran en operación.
Según las previsiones del Banco Central, para el 2025 se proyecta una disminución del 0,3% en la producción de petróleo. Sin embargo, para el período 2026-2028, se anticipa un crecimiento promedio anual del 0,4%.
Para la Caja Fiscal también será un año tenso. Desde el 2025 los flujos de pago de deuda externa aumentarán.
A lo largo del próximo año, el Ministerio de Economía y Finanzas debe contemplar el desembolso de USD 3.544 millones por este rubro para el pago del principal, sin contar intereses, que estarían en el orden de los USD 1.300 millones.
Del lado de los ingresos, la situación tampoco es muy alentadora: USD 1.090 millones se dejarán de percibir, por el fin de las contribuciones temporales y remisión tributaria, aunque ya tendremos el efecto en todo el año de la recaudación del IVA al 15% que el gobierno acaba de ratificar
Así también, el BCE establece en sus proyecciones otros factores que pueden generar un crecimiento menor de lo previsto.
Por ejemplo, establece que los índices de inseguridad y sus repercusiones en el consumo y las ventas se traducirían en una menor confianza empresarial y de los consumidores, afectando negativamente la demanda interna”.
También establece que una lenta recuperación en la colocación de crédito podría limitar el acceso a financiamiento, “restringiendo la expansión de la inversión privada y el consumo de los hogares”.
A esto hay que agregarle los posibles impactos que pudiera haber en el sector agrícola en el país debido a una sequía más prolongada. Durante los últimos días ya se ha reportado un bajo caudal en ciertos ríos del país, lo que impacta directamente en las zonas de cultivo que están en los alrededores.
Otros riesgos incluyen “la menor producción petrolera por interrupciones en los oleoductos, que afectaría gravemente los ingresos fiscales y la desaceleración de China, uno de los principales socios comerciales de Ecuador, que impactaría en la demanda de productos ecuatorianos”.
Pero no todo es nubarrones. También hay buenas perspectivas.
Los mercados internacionales, a escala general, tiene interés por productos no petroleros dentro del portafolio nacional, como banano y plátano, atún, pescado y café. Si a eso se suma que se concretene nuevos acuerdos comerciales, las expectativas para los productos locales son altas.
Asimismo, las expectativas de una reducción en las tasas de interés internacionales podrían ser atractivas para la inversión. Como lo explica el BCE, tasas de interés más bajas reducirían el costo del financiamiento para las empresas y el Gobierno, permitiendo a ambos acceder a capital de manera más asequible. Esto favorecería la expansión de proyectos de infraestructura, tecnología y otros sectores clave.
Además, si esta reducción de tasas se acompaña de una depreciación del dólar frente a otras monedas, los productos ecuatorianos se volverían más competitivos en los mercados internacionales. Esto abarataría las exportaciones de bienes no petroleros, permitiendo a Ecuador diversificar sus fuentes de ingresos y reducir su dependencia del petróleo.
Por otro lado, el sector minero se erige como una vía importante de ingresos. A pesar de que este año las exportaciones de la gran minería han caído en un 20%, debido a los cortes de energía, de normalizarse la situación, el próximo año se recuperarán los niveles de más de USD 3.300 millones en exportaciones.
Si a eso se suma el inicio de trabajos en la segunda fase del proyecto Mirador y de los trabajos de construcción de las minas en La Plata, Curipamba, Loma Larga, Cascabel y Cangrejos, las expectativas de inversión superan los USD 7.000 millones.
Finalmente, según el BCE, el aumento de la inversión en los campos petroleros para compensar la disminución progresiva del bloque 43 ITTT podría incrementar la producción, no solo porque representaría mayores ingresos fiscales para el Estado, sino también porque permitiría una mayor capacidad de exportación.
Ahora, con el OCP en manos del Estado, qué tanto puede contribuir al país su operación.
Autor: Carolina Enríquez Paredes