En, aproximadamente, USD 1.000 millones cuantificaron los principales gremios empresariales del país las pérdidas por los cortes de energía que se produjeron entre octubre y diciembre del 2023. Tres meses y medio después, esa cuenta crece.
Según las estimaciones del ministro de Energía encargado, Roberto Luque, una hora de corte de energía provoca pérdidas de alrededor de USD 12 millones en el país. Se calcula que son $ 72 millones por día, si hay racionamientos de seis horas.
Desde el 16 de abril del 2024, Ecuador entró oficialmente en crisis energética. Oficialmente, porque el Gobierno no lo reconoció así hasta ese momento, pese a que desde hace dos días atrás ya se realizaban cortes de varias horas en algunas provincias del país, a los que bautizó como “desconexiones temporales”.
Los problemas se acumularon en cuestión de días: falta de lluvias, bajo embalse en los principales proyectos hidroeléctricos, suspensión de la venta de energía por parte de Colombia, despido de la exministra de Energía Andrea Arrobo y más.
Solo el reaparecimiento de las lluvias ha sido un bálsamo. Pero eso, en el estado actual de cambio climático global, es una ruleta rusa.
Luque señaló, el pasado 22 de abril, que el déficit de energía es de 1.000 megavatios de potencia o el 22% de la demanda máxima de electricidad. Faltaban unos 40 metros para alcanzar el nivel máximo de embalse (hasta el cierre de este reporte, el 24 de abril de 2024).
En este escenario, las autoridades barajan algunas alternativas de emergencia. Voltean a ver al sector privado como apoyo en este reto.
¿Como? A través de la contratación de barcazas. El Gobierno indicó que ya se ha reunido con tres empresas proveedoras.
Por otro lado, está la flexibilización de la normativa para que las compañías puedan contratar energía solar e importación de gas natural como otras alternativas de generación.
No obstante, estas posibilidades llevarán su tiempo.
Mientras tanto, los apagones se redujeron en número de horas, lo que no quiere decir que desaparecerán.
La situación climática es todavía inestable. Según Luque, no existe una fecha definida para el fin de los cortes.
De otro lado, cabe analizar también el entorno regional.
Ecuador no es el único país que atraviesa por estas dificultades. El impacto del cambio climático sobre los países vecinos también lleva a repensar el presente y futuro del sector eléctrico y de las fuentes de agua.
Por ejemplo, en el caso de Colombia, desde el 10 de abril, la Alcaldía de Bogotá raciona escalonadamente el agua para sus ocho millones de habitantes. El 19 de abril, el Gobierno decretó feriado como una jornada para ahorrar líquido vital. Estas son parte de las acciones que toman las autoridades para evitar cortes de energía, debido a la sequía que enfrenta el país en las zonas de generación.
Venezuela va por la misma vía. El presidente de ese país, Nicolás Maduro, también recurrió al argumento del sabotaje para señalar una nueva época de apagones. Sin embargo, el país ha tenido problemas energéticos desde hace algunos años por su crisis económica permanente.
En Perú, la presión climática sobre varias regiones del país ha activado las alertas por una posible escasez de agua en los próximos años. Eso impactaría directamente en la generación eléctrica y sobre industrias de alto aporte económico como la minería, de uso intensivo de agua.
La misma preocupación se replica en Chile, donde el cuidado del agua es considerado una “carrera contra el tiempo”.
Autora: Carolina Enríquez Paredes